lunes, 30 de julio de 2012

Detalle

Cada detalle de Kimbondo es lo verdaderamente importante. Sólo hemos venido a estar con el Padre durante 3 semanas, esto hace que tengamos que quedarnos con humildes detalles... el cambio grande es muy lento y, sin embargo, está lleno de esos pequeños gestos. Todos ellos como parte de todo cambian ese todo. Cada día procuramos atender alguna cosita que se nos cruza en el camino y poco a poco iran apareciendo los cambios, aunque a veces parezca que perdurable. es mejor un abrazo, un sólo día, que ningún abrazo... ¿? Entre los detalles curiosos, deberéis saber que estos días, frente al bloque hospitalario está viviendo una familia curiosa. La forman una gallina con sus siete polluelos. A lo largo del día nos solemos curzar con ellos y es una maravilla el ver actuar a la madre naturaleza. La mamá está pendiente de aquellos que se retrasan en el camino, pero no les ayuda, parece que les deja para que sean ellos mismos los que demuestren si son capaces de sobrevivir en este mundo hostil. Anteayer un par de polluelos cayeron en una pequeña zanja de la que no podían salir sin ayuda. La madre esperó a cierta distancia empollando a los hermanitos y fuimos testigos de como el superviviente conseguía superar el reto y elevarse por encima del nivel de la zanja y corrió veloz con la familia. Hoy ha vuelto a suceder lo mismo, pero esta vez hemos intervenido colocando una pequeña escalera para que ellos mismos salieran de una nueva zanja. Y tachán!, un pequeño detalle ha servido para que la familia siga junto comiendo los desperdicios que arrojan al suelo los familiares de los pacientes hospitalizados. Otrora conseguimos que los enfermeros se hagan responsables de la alimentación de los bebés en la terapia intensiva... conseguimos despues de mucho luchar que limpen las salas.... visitamos a los enfermos de VIH... Nada es gran cosa, pero son pequeños detalles que han permitido que los super pollos permanezcan bajo el amparo del ala de la super gallina. El detalle tonto también hace grande a esta familia de Kimbondo, aunque no lo crean.

martes, 24 de julio de 2012

De otro planeta

Había oído hablar de los choques culturales, algo había oído. En casa siempre hablamos de los franceses que son así... de los alemanes que son asá... lo que no vemos es que somos todos prácticamente iguales. Ahora, en África la cosa es muy distinta. No es una cultura diferente, es otro planeta. Llevamos una semana en la que el llegar a la cama por la noche se convierte en un problema. Por un lado el cansancio hace inevitable las ganas de poner el cuerpo en horizontal. Por otro, en la soledad y el aislamiento que te da el estar dentro de la mosquitera te da para pensar. Lo cierto es que no puedes pensar mucho ya que el cansancio y el sueño destruyen la vigila mandándote rápidamente a un sueño profundo. A las 6 más o menos la vida comienza en Boboto, el pabellón de los niños hasta la adolescencia. Los mayorcitos decimos por aquí. El ruido que viene de fuera la componen la música de los pájaros azules que hemos conocido aquí, con los gritos de los chavales y los golpes y discusiones que tienen todos en un idioma que desconocemos. A eso de las 7 y media nosotros vamos hacia la casa de los voluntarios a tomar un café con pan y organizar la jornada. A eso de las 8 y algo comenzamos el trabajo. Solemos orientarlo en varias partes. Por un lado el control de las huérfanas que permanecen en la UVI por problemas de malnutrición fundamentalmente. Y luego comenzamos con el cuidado higiénico sanitario de las cabezas de los niños más pequeños (Bondeko) y de los discapacitados (Casa Patric). La idea que prima es que sean ellos mismos los que realicen el trabajo, por lo que reclutamos niños para que realicen una sencilla labor como la de lavar y poner un poco de ungüento casero en las cabezas tiñosas de los más pequeños. Aquí empieza el primer choque, casi nadie quiere trabajar. Y es lógico, muchos de ellos son adolescentes y no quieren más que jugar con el móvil y filtrear con quien puedan. Solemos seleccionar a siete voluntarios, de los cuales perdemos tres o cuatro por el camino de un punto a otro.. se escaquean rápidamente. No quieren saber nada de los discapacitados, y les cuesta muchísimo poner algo de ganas en lo que hacen. No les culpo, el ejemplo que tienen de sus mayores es similar A eso de las 2 comemos, y a las 3 y media volvemos al trabajo... lo que haya quedado por hacer o cualquier nueva necesidad que haya surgido. Pintar, ordenar el almacén de la farmacia... mil cosas se pueden hacer en Kimbondo. Todas ellas cuestan una vida y agotan al más fuertote. Pero sin duda el mayor cansancio viene por la lucha contra la cultura. Cuando cae el sol, sobre las 6 y poco y la oscuridad inunda todo gracias al déficit de abastecimiento eléctrico, encontramos un rato para charlar con el Padre Hugo... repasamos el día, contamos la situación y sobretodo escuchamos las historias de este profesor y doctor. Increíble... nos saca unas latas de refresco de uva que le regalan a él para compartir con nosotros, y después comparte su experiencia vital africana con nosotros. Es una manera de entender porqué son como son, y porqué se comportan así. No es políticamente correcto decirlo, y generalizar está muy mal, pero son unos huevones. Eso sí, las historias del padre, que todas esconden una trágica realidad, muchas de las veces nos hacen reír a carcajada (además que el doctorcito también cuenta chistes, lo cual se agradece después de vivir un día normal). Después la cena, los lamentos entre nosotros de que le pasa a este pueblo y de como es esta cultura. El problema es que no lo tengo muy claro aún. Bueno, lo de que son unos huevones, sí, pero poco más, así que si te parece ya te cuento un poco más adelante como son los congoleños con los que hemos convivido estos días. Me encanta la visión de la religión católica que aporta el padre tan humana. Me parece increíble, pero creo que por ese pensamiento él es capaz de resistir aquí un día y otro. Es la fe la que le permite seguir madrugando cada día. Es el amor a los demás sin importar nada. Como el de una madre (idealizado, se entiende...). Es la misericordia eterna que él ejercita cada día. Aunque le roben o le mientan, el padre jamás dejará de ayudar a aquel que lo necesite. No tengo palabras para describir lo bien que parece que ha captado el mensaje de los evangelios y como lo proyecta como forma y camino de vida. Sólo amadores del hermano como el padre Hugo son capaces de resistir en este país sin tirar la toalla. El habla de la providencia. Yo veo a un hombre que ama al otro por que desde el corazón le crece el amor de estar mirando a un hermano. Aunque ese hermano venga de otro planeta.

jueves, 19 de julio de 2012

Bienvenido al paraíso

La vida es bella y aunque muchas veces en áfrica cueste verlo, lo es. De hecho estamos en el paraiso de los bambinos (o niños) que han tenido la suerte de cruzar sus vidas con la del Padre Hugo Ríos. Chileno de nacimiento pero africano de adopción, digo esto porque es capaz de entender los chistes que hacen, y según dice él mismo, el humor no tiene nada que ver con el nuestro. Una colina, a 600 metros sobre el nivel del mar es el paradiso. Casa Patric, o Bomboto, y otros siete pequeños edificios compone este micro salvavidas dentro del caos. Fuera esperan los atascos, la miseria, la suciedad... una vida que muchos niños que están y han sido criados aquí desconocen. Con la ingenuidad de los niños, ellos afirman que comer tres veces al día es lo normal. Es lo que hace cualquier niño que viene a este mundo. Y aunque todos compartirmos es idea, nosotros perdimos la ingenuidad, y ellos algún día también la perderán, tristemente. Es un paraíso por eso, por comer tres veces al día. No hay palabras que puedan describir el trabajo que realizan aquí trabajadores, voluntarios, amigos y por supuesto el motor que mantiene todo, el padre. La vida reina allá por donde quiera que mires, y como no, la muerte como una parte más de la vida, a veces la ves escondida en alguna esquina, esperando su turno. Es curioso como afrontan los congoleños la muerte... supongo. La verdad es que la limitación del idioma hace que nos estemos perdiedo muchas cosas. Sin embargo hay un lenguaje universal que todos entendemos y que no necesita de google tradutor. Y no hablo sólo de entenderte con un tipo para pedir cerveza fría (que también), sino que hablo del lenguaje de los niños que no hablan. Una vez, estando en Casa Patric, un niño con problemas de movilidad cogió un brazo de un voluntario, y tranquilamente le fue diciendo por donde quería que le acariciara. El voluntario no hizo nada, sólo dejó que la magia del amor uniera esa primera relación y la calma llegó. El propio niño se calmó a sí mismo a través de la mano de ese voluntario. Rabioso y necesitado de ua caricia la encontró, pero quería que fuera de una manera determinada, y como el voluntario no hablaba la lengua... el niño le enseñó. El centro lo forma a saber: un centro de neonatología, un centro de cardiología y medicia interna. U pabellón de consultas externas y algo que parece ua uci. Un centro de transfusiones increible. Dos centros de orfanatos separados en niños, y otro donde están las niñas que cuidan de los niños pequeños. Un centro para niños especiales, como dice el Padre. Una capilla, un centro de voluntarios, cocinas... en fin... una colina que es un paradiso. Que todo el mundo se sienta amado, para que pueda vivir en Paz y construir un mundo más justo. P. Hugo Ríos.

jueves, 12 de julio de 2012

La carga de vuelta

Parece que puedo oler África. Me quedan horas para estar de nuevo en el aeropuerto a esas horas en las que te cruzas con los que vuelven a casa con los ojos borrosos. Yo también los llevaré borrosos, pero será por una mezcla de falta de sueño y de emoción de volver a subirme en un avión que recorra desde el aire el desierto del Sahel.
Eso querrá decir que estoy camino de Kinshasa. Lo bueno, que no voy solo como antaño. Esta vez acompaño a dos grandes humanos que van a dedicar su poco tiempo de vacaciones a trabajar por y para otros. Ahora lo llaman vacaciones solidarias, a mi me gusta llamarlo experiencia vital que todos deberíamos vivir para poder ponderar y re-equilibrar la escala de necesidades de Maslow que todos tenemos alterada por el consumismo en el que vivimos desde que nacemos y que nos impulsa a darle valor al móvil que portamos en el bolsillo cerca de la entrepierna sin pararnos a valorar que necesito en realidad. Resumiendo mucho, claro.
Nervios, papeles, espera, nervios, y cosas bonitas. Llevamos con nosotros cierta carga de material humanitario para entregar al padre Hugo Ríos (del que ya hablaremos en otra ocasión). De mañana me dirigí a imprimir las pegatinas con el título de Material Médico en una copisteria de mi barrio a la que me gusta ir. Cuando el tendero terminó, con una sonrisa me regaló todas las pegatinas que amablemente había impreso y cortado con delicadeza, no lo pude evitar, tuve que llamar a todo el mundo para contarlo, este viaje empieza muy bien y va a ser muy grande.
Vamos cargados con material básico... ropa, gasas, guantes, bisturís, balones de fútbol... Lo bueno es que ninguno podemos ni imaginar cual será la carga de vuelta. Se admiten apuestas.

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Bueno, a partir de ahora escribiremos cuando podamos, e iremos colgando fotos y todo lo que podamos... pensamientos, exabruptos, incoherencias, lágrimas, alegrías y demás... Espero que podamos transmitir, aunque sea lejanamente, lo que estamos sintiendo.

Algunas de las cosas que llevamos...

cuándo habrá que quitar las banderas

Vaya por delante que no soy futbolista, ni fútbolero, ni hincha, ni hooligan. Sí que soy cervecero acompañado de amigos. Así, sí. Acompañado de un zumito de cebada me gusta ver como 22 multimillonarios corren en calzón corto detrás de un balón de cuero, pero sólo lo hago en ocasiones contadas.
A pesar de todo estoy feliz por el último campeonato ganado por la selección, sencillamente porque parece que lo hemos ganado todos. En las redes sociales hemos leído maravillosas frases como "España somos todos" y lindezas de esas. Y aunque comparto otras soflamas como la de "nadie se echa a la calle por la pobreza y sí por el fútbol", epitafio triste pero muy real, me gusta ver al país contento en una época gris. Banderas por todos lados, los cláxones sonando no para cagarse en la madre de nadie, sino como signo de júbilo y de alegría. Pero sí, me entristece que sólo veamos gente en la calle por el fútbol. Quizás lo necesitábamos, quizás el pan y circo funciona.
No soy muy seguidor de todo lo que hicieron los ciudadanos romanos, o los patricios, a pesar de que sea hijo de esa cultura. Pero me permito atisbar un poco de luz cuando nos ofrecen circo. Aunque nos quiten el pan. Es cierto, todos necesitamos un poco de estrambótico arte circense cuando las cosas van mal. Es como una droga, que ilusiona y por eso crea felicidad... pero claro, luego viene la resaca. Es raro, porque todavía recuerdo cuando paseaba por las silentes calles con mis canes... todo lleno de banderas. Y de repente... Bum!, como un petardo, todas las calles gritaban porque la pelotita se alojaba entre las redes. Los perros me miraban raro, extrañados... he de confesar que yo también a ellos.
Todavía recuerdo esas silentes calles llenas de banderas, y parece que esta resaca no acaba todavía. Me preguntaba alguien el otro día... ¿cuando habrá que quitar las banderas? (todavía hoy siguen ahí... pocas, pero aún siguen) ¿cuando se acabará esta resaca de goles y felicidad? Creo que las reformas de ayer han sido como el espirifen que tomaba una amigo cuando en la cabeza le golpeaba el martillo de una noche que amaneció. Bienvenidos al lunes.